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Espacios verdes en Córdoba: la clave está en revalorizar las especies locales

Los espacios verdes cumplen importantes funciones a nivel ambiental y social. María Silvina Fenoglio, Dra. en Ciencias Biológicas e Investigadora independiente del Conicet, explica cómo podemos contribuir individualmente a potenciarlos.
Espacios verdes. Imagen ilustrativa.

Son múltiples las razones por las cuales los espacios verdes son esenciales en las ciudades pero, para comenzar, les brindan a sus habitantes “servicios ecosistémicos”. “Estos son beneficios que la naturaleza les aporta a las personas. Es una mirada bastante antropocéntrica, ya que se centra en los beneficios que obtenemos los humanos de la naturaleza pero, además, los espacios verdes también funcionan como refugios de biodiversidad y tienen una gran relevancia en términos de mitigación de temperaturas”, detalla en diálogo con CBA Viva María Silvina Fenoglio, Dra. en Ciencias Biológicas e investigadora independiente del Conicet.

“Los espacios verdes ayudan a reducir el efecto conocido como ‘isla de calor’ que ocurre en los centros urbanos. En las ciudades, y especialmente en los centros, la temperatura puede llegar a ser de 2 a 5 grados más alta que en la periferia. La vegetación ayuda a moderar estas temperaturas y a reducir el calor”, explica.

En ciudades como Córdoba, donde suelen desatarse lluvias intensas y repentinas, los espacios verdes son escenciales porque “actúan como esponjas que absorben el agua, ayudando a evitar inundaciones y escorrentías”, apunta Silvina.

Pero los beneficios de los espacios verdes no se agotan ahí, también mejoran la calidad del aire al disminuir la contaminación atmosférica y aportan numerosos beneficios culturales, sociales y mentales. “Tener espacios verdes, en especial de cercanía, permite a las personas recrearse, no solo a través de actividades físicas y de esparcimiento, sino también a nivel de salud mental. Hay muchos estudios que demuestran que estar en contacto con la naturaleza reduce el estrés, la ansiedad y la depresión”, detalla Silvina.

“Además, también funcionan como verdaderos reservorios de biodiversidad. Y cuando hablo de biodiversidad no me refiero solo a plantas, sino también a otros organismos que a veces no vemos. Personalmente estudio los insectos y existe esta percepción de que los insectos son perjudiciales, pero en realidad el 98.9% de las especies de insectos en el planeta no lo son. No son problemáticas, ni plagas, y cumplen roles fundamentales como la polinización o el control biológico de plagas”, aclara y explica: “Para controlar plagas no siempre es necesario usar insecticidas. Si sabemos que en el ambiente hay otros organismos que se alimentan de estas plagas, podemos evitar el uso de productos químicos. Un ejemplo clásico son las vaquitas de San Antonio, que se alimentan de pulgones y protegen a las plantas sin necesidad de recurrir a insecticidas”.

Una radiografía de los espacios verdes en Córdoba

De un tiempo a esta parte, Córdoba incrementó y puso en valor gran cantidad de plazas y parques distribuidos a lo largo y ancho de la ciudad, pero aún así queda mucho trabajo por hacer en ellos antes de ser considerados verdaderos espacios verdes.

Un estudio realizado por la Universidad Nacional de Córdoba durante la pandemia arrojó que el 62,5% de los espacios verdes de la ciudad de Córdoba carecen de suficiente vegetación, lo que pone en riesgo su capacidad de proporcionar servicios ecosistémicos esenciales.

“6 de cada 10 plazas, paseos y parques de la Capital tienen menos de 33% de cobertura arbórea, una vegetación necesaria para regular el clima, mejorar la calidad del aire y fomentar la recreación y las interacciones sociales”, apunta entre sus conclusiones este estudio.

“Hubo un cambio, se remodelaron plazas y esto es algo positivo, pero haciendo un análisis más crítico, la mayoría de estos espacios aún tienen mucho cemento. Por otro lado, las plantas que pusieron, en su mayoría, no son nativas. Este detalle no es menor porque las especies exóticas requieren más riego y aumentan el consumo de agua, un recurso valioso y escaso”, cuenta Silvina.

“Luego también habría que educar en cuestiones de manejo de estos espacios verdes, que no tiene que ver sólo con los árboles que se plantan, sino cómo se mantiene el estrato herbáceo. Debería controlarse la frecuencia de corte, y la manera en la que se corta, porque usualmente lo que se acostumbra es a arrasar con todo, cortan a nivel de suelo y el suelo queda casi desnudo. Esa no es una buena estrategia si se busca es cuidar y preservar la biodiversidad”, precisa.

Acciones individuales que marcan la diferencia

Aunque a nivel macro los gobiernos son los “grandes tomadores de decisiones”, para Silvina también se puede accionar individualmente para impulsar un cambio positivo, pero para ello antes es necesario un “cambio de mentalidad a nivel cultural”.

“Se suele pensar que lo nuestro, lo nativo, las plantas de nuestro bosque, son sólo árboles con espinas que estéticamente no tienen mucho atractivo. Pero es importante revalorizar lo nuestro, y entender que un árbol súper ornamental puede tener flores más bonitas, pero esas flores no tienen néctar ni polen para que las abejas u otro tipo de insecto pueda tomarlas como recurso”, explica Silvina.

“Lo nativo, lo que crece originariamente en esta zona, es lo que naturalmente está mejor adaptado a las temperaturas, al suelo, y a las condiciones ambientales en general de Córdoba, y son plantas que ofrecen recursos útiles para muchos organismo, no sólo para los insectos, sino también para las aves y pequeños mamíferos. Tiene que haber un cambio en la forma de pensar que nos lleve a revalorizar lo nuestro”, insiste.

“El arbolado urbano de Córdoba viene con años y años de malas decisiones. Se han plantado especies como el Siempreverde, que está en un montón de barrios, y es una especie exótica con un gran potencial invasor. Y son estas especies las que se han dispersado hacia las sierras y hoy en día son una de las problemáticas más graves en términos de especies invasoras”, cuenta.

“Con esto no digo que las exóticas sean malas en su totalidad. Los extremos no son buenos. Pero siempre que podamos alentar la biodiversidad nativa, iría por ese camino. Hoy incluso hay más viveros de especies de plantas nativas y herbáceas locales, algo que antes era más difícil de encontrar”, comenta.

– ¿El aporte individual realmente marca la diferencia?

– Claro, todo suma. Uno generalmente cuando analiza lo hace desde una visión macro, a nivel de gobierno, porque ellos son los grandes ‘tomadores de decisiones’. Pero las acciones individuales nunca dejan de sumar. Porque además trae aparejado el poder de generar este cambio de conciencia del que hablamos, y del efecto contagio. Si yo planto un árbol nativo frente a mi casa, mi vecino lo ve, le gusta, me pregunta, posiblemente se desate un efecto en cadena.

Como reconoce Silvina, los esfuerzos individuales no solo suman en términos ecológicos, sino que también tienen el potencial de inspirar a otros y generar un cambio cultural. Revalorizando lo nativo, lo nuestro, cada uno puede contribuir a la mejora de los espacios verdes y a la biodiversidad de nuestras ciudades.

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