Mariano Speranza es un músico, pianista, cantor y compositor cordobés que a los 21 años, y después de haberse formado en el Conservatorio Superior de Música Félix T. Garzón, migró a Italia con el sueño de expandir su arte.
En un español que por momentos lleva el acento de su Córdoba natal, y por otros se confunde con el italiano que practica desde 2001 cuando migró a Europa, Mariano asegura en diálogo con CBA Viva que aunque vivió más tiempo en Italia que en Córdoba, cada año que pasa se siente “más argentino”.
“Me siento muy argentino, pero de una Argentina que es la que conservo en mi memoria, de cuando yo la viví, un poco idealizada quizás, pero la Argentina de mi familia, la de mis amigos. La Argentina que tiene esa manera de ser tan especial, esa en la que se puede hablar de lo que uno quiere, abrazarse, compartir todo tipo de ocasiones con otros. Esa es la Argentina que intento conservar como mi identidad”, cuenta y no descarta la posibilidad de volver temporalmente a Córdoba con la esperanza de poder ayudar a otros artistas con su experiencia y facilitarles la posibilidad de perseguir sus sueños, tal y como él lo hizo décadas atrás.
“Me gustaría en un futuro buscar posibilidades para trabajar en Córdoba, hacer algo útil sobre todo para los de allá, ver si puedo ayudarlos con mi experiencia, facilitarles algún pasaje, eso es algo en lo que estoy pensando mucho”, dice.
Primeros años antes del reconocimiento internacional
“Desde chiquito en mi familia había un ambiente muy musical. Mi papá cantaba y mi hermana también”, recuerda. Su hermana es Ivanna Speranza, soprano también reconocida en Italia.
“Mi camino empezó en el colegio, en el Santo Tomás, ahí había una orquesta de chicos que a mí me entusiasmaba mucho. Hice flauta y después una grandísima maestra que tuve, que fue Alicia Lázaro, me acompañó a dar el siguiente paso para poder estudiar piano. Me enamoré del piano y empecé a estudiarlo un poco alocadamente, rendí varias materias libres y a los 17 años ya había terminado el conservatorio, pero como no le podían dar el título a un menor de edad, esperé al año siguiente para rendir el examen para recibirme como profesor de piano”, rememora.
Mientras estudiaba piano, en paralelo, también comenzó con clases de canto. Córdoba lo nutrió de conocimientos guiado por maestros que él recuerda como “una base importante” para su carrera.
“Llegó un momento en el que sentí que había agotado todas mis perspectivas y posibilidades en Córdoba y entonces me fui”, cuenta. Primero pensó en instalarse en Buenos Aires pero luego, como su hermana estaba en Italia, se decidió por Europa. Durante ese primer viaje no pudo “aguantar”, y regresó. “Estuve unos meses y volví”, recuerda. Luego, con 20 años volvió a intentarlo y desde entonces nunca más regresó a vivir a su Córdoba natal.
– ¿Cuáles sentís que fueron las enseñanzas que te llevaste desde Córdoba, y que te facilitaron abrirte camino en el exterior?
– Todo lo que aprendí en Córdoba fue muy valioso. A nivel musical y a nivel humano. Uno por ahí no se da cuenta, y puede llegar a pensar que en otro lado siempre es más y mejor, pero no. De Córdoba además me llevé un bagaje de autoestima, de saber que yo iba a poder, que contaba con las herramientas. Después la realidad en Italia fue distinta. Los primeros años fueron bastante duros pero en esos momentos me acordaba de muchas de las frases que me dijeron mis maestros de allá, que fueron los que me alentaron a viajar, y eso me ayudaba a seguir. Aún hoy ellos me siguen iluminando, al igual que mi familia.
“En Córdoba me enamoré de la música, me enamoré del objetivo, aprendí a jugármela, a arriesgar por lo que uno quiere, esas fueron cosas que aprendí de chico y me ayudaron más adelante. El ir para adelante y no tener miedo a tomar decisiones es algo muy argentino. Ese empuje, esa actitud siento que es el tesoro más grande que me lleve de allá”, suma luego.
-Estando radicado en Italia, hubo algún momento a partir del cuál dijiste “listo, logré mi objetivo”.
– No, nunca sentí eso de decir ‘ya llegué, lo logré’, siempre traté de trabajar haciendo lo que yo sabía hacer, pero nunca sentí que ya lo había logrado, y listo. Hay un inconformismo en mí que siempre trato de mantener intacto.
El nacimiento de Tango Spleen
Aunque Mariano está constantemente en la búsqueda de nuevos desafíos a nivel profesional, recuerda que sí hubo un momento que marcó un antes y un después en su vida en el exterior.
“Durante mis primeros años en Italia no pude trabajar en la música. Hice otros trabajos, distintos y más precarios, pero siempre sentí necesidad de expresarme. Pasaron años en los que no podía tocar el piano y trataba de cantar en los baños de los lugares donde trabajaba”, recuerda.
“Después se empezaron a dar algunas ocasiones, algunos escenarios, donde yo podía cantar y tocar un poquito y ahí me daba cuenta lo mucho que lo necesitaba. Más allá de la ilusión de ser un músico, lo necesitaba porque formaba parte de mi identidad. Era lo que había hecho desde chico, en lo que yo sentía que servía, que estaba seguro. Y cuando me di cuenta de esto fue como una fruta madura que cayó del árbol y algo se desbloqueó en mí”.
“Ahí fue cuando en 2006 dije: ‘Bueno, ¿qué hago?’ Y comencé haciendo música de mi país, lo que tenía dentro. Y fue un proceso de unos años… empecé con un dúo, después un trío, después buscaba un bandoneón y lo encontré, buscaba un violín y lo encontré. Y así fui armando el grupo. Yo componía y después por ahí con una composición ganaba un premio, y se abría otra puerta. Fue una carrera de mucho empuje. Tango Spleen nace formalmente a partir del del 2008. O sea, fueron dos años de búsqueda, de armado, y en 2008 se materializó bien”, precisa.
-¿Dónde considerás que radica el encanto de esta música tan nuestra, que tenga una aceptación internacional?
– El tango tiene un encanto que va más allá de cualquier tradición o de cualquier lugar. Va más allá de una cuestión geográfica. Tiene componentes universales como la rítmica, las armonías, las melodías, el sentimiento que manda. El tango en este momento histórico gusta en todas partes del mundo. Yo tuve la suerte de poder estar en varios continentes y ver que el tango es recibido como una música que habla ahora, es importante entender eso, entender que hay una fuerza en esta música. Tal vez viene de porque tiene una conjunción de elementos de varias raíces.
“Y después también está en el cómo uno propone el tango, cómo usa este lenguaje. Si uno lo usa como una cosa retro, no funciona mucho. Uno tiene que pensar que esta música está hablando ahora, y hay que tratar de usarla para decir algo tuyo, en presente, porque sino se hace como una cosa de museo y eso está lamentablemente destinado a que a menos gente pueda gustarle. Pero si uno utiliza ese lenguaje como para poder expresar lo que uno tiene para decir ahora, pienso que es infalible”, cierra.