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De vender autos de alta gama a perfumar hogares: Yamila Cicaré y su apuesta por el lujo emocional

Yamila Cicaré, cordobesa por adopción, transformó una crisis en un emprendimiento con alma. Su historia, marcada por la resiliencia, la pasión y una visión muy personal del lujo, hoy inspira a quienes buscan animarse a emprender desde el corazón.

Yamila Cicaré no siempre estuvo rodeada de esencias, frascos o velas artesanales. Antes de convertirse en la dueña de la marca cordobesa Almacén de Velas y Deco by Usha, trabajó durante años en concesionarias de autos, persiguiendo su sueño de conocer el mundo del lujo. “Lo que más me fascinaba era entender cómo se trata a un cliente que compra lujo, cómo se lo atiende. Y ese aprendizaje me lo quise llevar a todo lo que hiciera, fuera lo que fuera que vendiera”, cuenta en diálogo con CBA Viva.

Yamila descubrió el mundo de las velas en plena pandemia, luego del nacimiento de su hijo. “No dormía nunca, entonces me pasaba las noches haciendo velas en frascos vacíos. Ahí empecé a entender el ritual, el poder de los aromas, la estética de una casa iluminada por velas”, recuerda. Lo que comenzó como una necesidad personal se transformó en pasión. Con el tiempo, y muchas ferias en el haber (algunas sin vender ni una sola unidad), Yamila encontró una marca que admiraba: Usha. El destino, junto con una dosis de audacia y apoyo familiar, hizo que esa marca terminara en sus manos, pero los inicios no fueron fáciles.

“Vi publicado el local de Usha en el Paseo del Jockey. Era una noche, todos dormían, y yo le mostré a mi marido la publicación. Al día siguiente estaba sentada con una amiga contadora, haciéndonos las empresarias. Sin un peso, pero con todas las ganas del mundo”, relata. Poco después, su papá le adelantó una suma de dinero importante, justo antes de atravesar una enfermedad y ella entendió esto como una señal. “Con eso pude comprar el 80% de la fábrica”, recuerda.

Pero las situaciones que siguieron no fueron tan idílicas como soñaba. Al segundo mes de haber firmado la compra, Yamila descubrió que los locales a los que debía abastecer ya no pertenecían al dueño original. “El que me vendió desapareció, me bloqueó, y los locales dejaron de comprarme. Me quedé con la fábrica, la marca registrada y un proyecto que tenía que reinventar de cero. Fue un golpe durísimo, sentía que todo el esfuerzo mío, y de mi familia, se había ido a la basura”.

“Esto tiene corazón”

Pese a los golpes, Usha siguió adelante, la fábrica continúa funcionando en La Calera y una parte del proceso de producción fue trasladado por Yamila a su propia casa. “Esto tiene corazón. Todo el que compra una vela se lleva un pedacito de amor, una frase sorpresa, una charla distinta. Yo no te vendo una fragancia, te pregunto qué te gustaría sentir, qué te gustaría recordar”, dice.

Yamila perfuma hogares, oficinas, hoteles y también realiza marca blanca para negocios de indumentaria y spas. “Siento que mi producto tiene que transmitir algo real. Nada es genérico, cada aroma tiene una historia, una mezcla propia. Desde velas con olor a calabaza hasta blends de tomate que te hacen acordar a la cocina de tu abuela”.

Las claves de Yamina para emprender

—¿Cómo lograste sostenerte emocionalmente cuando todo parecía perdido?

—Al principio me machaqué mucho. Sentía que era una loca, que no podía vivir de hacer velas. Pero me di cuenta de que lo único que me había faltado era animarme. Vi otras marcas que arrancaron igual que yo, con ideas parecidas, y que crecieron simplemente porque se la jugaron. Ahí entendí que el éxito no está en la idea, sino en atreverse.

—¿Y qué creés que es clave para alguien que quiere emprender?

—Pensar en el otro. No es una frase hecha. Yo trabajo por pasión, pero pensando en vos: en cómo te vas a sentir al llegar a tu casa, en cómo una vela puede mejorar tu día. Hay mucho de animarse y enfrentar los miedos. Yo pensé que iba a morir como administrativa y acá estoy, pagando el alquiler con la venta de velas. Cuando te quieran hacer creer que estás loca, o loco, no les crear. Se puede, yo lo hice.

“Y otra cosa que creo importante a la hora de emprender, es la transparencia. En Usha no hay precios sorpresa. Yo te explico por qué mi producto vale lo que vale, te muestro los materiales, te explico cómo se usa. Si aumentan los precios, es porque aumentan los costos. Lo que ves es lo que hay. No me interesa inflar precios, ni aparentar algo que no soy. Usha es una marca real, que quiere traer belleza, calma y autenticidad a cada casa. Y eso, para mí, es lujo verdadero”, insiste.

Una marca con propósito

Aunque su historia estuvo marcada por momentos difíciles, Yamila siente que Usha encontró su identidad justo en la adversidad. “No hubiera sido lo mismo si todo salía bien desde el primer día. Esta marca nació dos veces: primero como una fábrica ajena, después como un proyecto con alma propia. Y eso se nota en cada detalle”.

—¿Cómo te imaginás a Usha en unos años?

—Me encantaría que crezca como comunidad. Me encantaría tener un local. Sueño con que más personas puedan sumarse a aprender a hacer velas, a conectarse con lo sensorial. Usha no es una fábrica de productos, es una experiencia. Y ojalá algún día sea también un espacio físico de encuentro, donde la gente venga no solo a comprar, sino a inspirarse.

“Si yo pude levantarme después de semejante caída, cualquiera puede. Pero hay que saber pedir ayuda, rodearse bien y estar dispuesta a aprender todo el tiempo. No hay fórmulas mágicas, pero sí hay convicciones que no se negocian”, apunta y asegura: “No tengo un plan perfecto, pero tengo una certeza: quiero que cada cosa que haga tenga sentido. Y eso, al final del día, es lo que mantiene el fuego encendido”.

 

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