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La historia de Juani Dutari: le dijeron que no podría correr más y hoy es Campeón Argentino de 10K

El cordobés Juan Ignacio Dutari cuenta pasó de un diagnóstico que le decía que no iba a poder volver a correr competitivamente, a consagrarse campeón argentino de 10k. Su historia de superación es inspiradora.
Juani Dutari, Campeón Argentino de 10K. Foto: gentileza.

La primera vez que corrió una carrera lo hizo para acompañar a su papá, pero pasaron muchos años hasta que volvió a cruzar un arco de llegada. Como muchos niños y jóvenes argentinos, el deseo de Juan Ignacio Dutari era ser futbolista, pero la vida lo llevó por otro camino. “Estaba en un club de fútbol pero el equipo se desarmó, muchos chicos se fueron y yo no seguí porque mis viejos no me apoyaron mucho para continuar como futbolista. Querían que me enfocara en estudiar. Así que seguí jugando torneos entre amigos, pero no era lo mismo”, recuerda Juani (como le dicen) en diálogo con CBA Viva.

A los 18 años, y después de una ruptura amorosa que lo impulsó a salir a correr para “despejar la mente”, empezó a disfrutar del running y volvió a inscribirse en algunas carreras, aunque sin tener “ningún entrenamiento específico”, cuenta. “Salía a correr los sábados 10 kilómetros para asegurarme de que el domingo iba a llegar bien a la carrera”, dice, como ejemplo de algo que ninguna persona conocedora en el tema recomendaría hacer antes de una carrera.

Pero, lo que en ese entonces le faltaba de conocimiento, le sobraba de condiciones físicas y en 2016 corría 10 kilómetros en menos de 40 minutos, marca que le valió algunas medallas. “La gente me preguntaba con quién entrenaba porque me veían arriba del podio, y yo les decía que con nadie. Así fue que me recomendaron a un entrenador, Dante Ducret, que entrenaba en la pileta del Parque Sarmiento. Fui a verlo casi un año después, en febrero de 2017”, recuerda.

“Le conté que estaba empezando a correr y que me habían hablado de él. Dante me observó, me hizo algunas pruebas y me dio un plan de entrenamiento. A las dos semanas, me pidió que hiciera un test de 1000 metros y lo corrí en 2:40. En ese momento no tenía noción de lo que significaba ese tiempo, pero él enseguida vio mis condiciones”, recuerda y suma: “En ese entonces me dijo: ‘Si podés mantener este ritmo, podés correr los 1500 metros en menos de 4 minutos’, y eso es un nivel muy alto en Argentina”.

Así, mientras alternaba sus entrenamientos con sus estudios del Profesorado de Educación Física, Juani empezó con un proceso de aprendizaje nuevo para él. “Me enseñó muchísimo y me metió de lleno en el atletismo”, apunta.

Desde el momento en el que a su talento natural y a su constancia se le sumó la orientación de un profesional capacitado, los logros de Juani fueron cayendo cual efecto dominó. “En 2017 salí subcampeón nacional U20 en 10.000 metros. También participé en los torneos binacionales, donde competimos contra Chile. Ahí fui subcampeón en 1500 y campeón binacional en 5000 metros. Después corrí el Nacional U23, donde salí subcampeón en 5000 y tercero en 1500. Todo eso en mi primer año de atletismo”, enumera y confiesa que fue en ese momento en el que terminó de “engancharse” con el deporte.

“Me gustaba porque sentía que todo dependía de mí. Algo que no me pasaba con el fútbol, por ejemplo, es que es un deporte de equipo. En atletismo si hacía las cosas bien, veía resultados. Pero también aprendí que la ansiedad puede jugar en contra”, apunta.

La importancia de escuchar tu cuerpo

Después de un año repleto de logros deportivos, Juani se sentía imparable, pero eso lo llevó a tomar algunas malas decisiones. “Quería saltar etapas y no respetaba los procesos. Por ejemplo, trotaba más rápido de lo que me pedían o entrenaba más fuerte de lo necesario, y eso me llevó a tener muchas molestias y lesiones. A fines de ese año corrí los 21K nocturnos de Córdoba pensando en hacer el récord provincial U20. Lo logré, pero no estaba preparado porque venía entrenando para 1.500 metros. Después de esa carrera terminé destruido físicamente. En 2018 prácticamente no competí porque estuve lesionado: rodilla, tobillo, espalda, de todo. Fue un año muy difícil y estuve a punto de dejar el atletismo”, confiesa.

“Hay frases que le hacen mucho daño al deporte. La típica ‘No pain, no game’ (sin dolor no hay recompensa) es una de ellas. No debería ser así. Entrenar bien no tiene por qué doler, personalmente lucho mucho contra estas frases”, cuenta Juani, quien desde hace algunos años oficia como entrenador de deportistas amateurs y profesionales con su equipo Dutrack, un club que lleva adelante junto a otro colega, y en donde buscan cambiar esta mentalidad nociva vinculada al entrenamiento.

“Es difícil porque por ahí vienen muchas personas con esa mentalidad al grupo y cuando yo les explico, les cuesta hacer el cambio de chip. Incluso hay muchos que no lo quieren aceptar y dicen, ‘este está boludeando no más’. Pero no… podés entrenar en serio y en un ambiente mucho más ameno, sociable, trabajando en equipo, riéndote con tus compañeros”, precisa y suma: “Por supuesto, hay momentos en los que necesitás enfocarte y estar serio con los entrenamientos o las competencias. Pero no creo que sea necesario vivir con esa presión constante”.

-¿Cómo lograste recomponerte después de ese año de lesiones?

– Fue un desafío mental enorme. En 2019 empecé a volver de a poco, con algunas competencias importantes, y ahí me tiré más al medio fondo, distancias más cortas e intensas. Me empezó a ir muy bien en 800 y 1500 metros. Ahora el 1500 es mi prueba principal, la que más me gusta. Tengo el récord absoluto de Córdoba en esa distancia y la segunda mejor marca histórica en 800 metros. También he mejorado mucho en distancias más largas, como 3000, 5000 y 10 kilómetros. Hace poco me consagré como Campeón Argentino en 10K y estoy disfrutando de estas distancias, aunque el 1500 sigue siendo mi favorita.

 

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Pero hasta llegar a estos nuevos récords, pasaron muchas cosas. Hubo una pandemia en el medio y, en el caso de Juani, también una internación en una institución psiquiátrica que marcó un “antes y después” en su vida.

“En 2022 estuve internado por un tema de salud mental en el Sanatorio Morra. Venía de una lesión y me habían recetado corticoides, que como efecto adverso pueden generar episodios maníacos. Pasé de estar entrenando y compitiendo a entrar en un estado de euforia extrema, donde tenía ideas desmedidas, gastaba mucho dinero, hablaba sin parar… todo síntomas típicos de la manía. Y luego vino la recaída: una depresión tremenda. Salir de la internación fue durísimo. Me decían que tenía que olvidarme del alto rendimiento, que debía empezar todo de nuevo, incluso con mi grupo de entrenamiento. Que tenía que dejar de entrenar a 60 chicos y concentrarme en apenas 10. Como soy alguien muy activo, esto me destruyó. Llegué a tener pensamientos muy oscuros”, apunta.

“Salí adelante con apoyo de muchas personas, pero principalmente mi novia, Leslie Lucero. Cuando me sentía mal pensaba en ella. De a poco volví a trotar, caminar, y a encontrarle el gusto al deporte nuevamente. La recuperación fue impresionante: en abril de 2023 ya estaba compitiendo en el Grand Prix Sudamericano, apenas dos segundos por encima de mi mejor marca personal en 1500 metros”, dice orgulloso.

– ¿Cómo cambió tu mentalidad después de esa experiencia?

– Aprendí que el deporte no lo es todo en la vida. Antes me autoexigía muchísimo, pero ahora tengo otra perspectiva. Por ejemplo, si no estás bien emocionalmente, no importa cuán preparado estés físicamente, tu rendimiento se verá afectado. A veces subestimamos lo emocional en el alto rendimiento. Hoy priorizo un equilibrio: el deporte, las personas que quiero, y mi tiempo personal. No sirve de nada tener el club más grande o ser el mejor si no tenés tiempo para disfrutar tu vida. Esa es una de las lecciones más importantes que me dejó este proceso.

 

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